La hoja de ruta para un nuevo tiempo

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Durante los últimos años, uno de mis principales cometidos ha sido el de escuchar. Han sido centenares y centenares de reuniones, encuentros y visitas a representantes de asociaciones, empresas y colectivos de los más distintos ámbitos: economía, cultura, voluntariado, deporte, ocio… Lo digo sin arrogancia alguna, porque como representante público, mi trabajo es atender a las peticiones de ciudadanos, ciudadanas y entidades que trabajan día a día para que Gipuzkoa avance y sea un buen lugar donde desarrollar un proyecto vital. Además de ser una experiencia enormemente enriquecedora, creo que todos esos contactos me han permitido construir una fotografía bastante fiel de cómo percibe el tejido social de nuestro Territorio a sus representantes institucionales.

A mi juicio, la sociedad guipuzcoana viene demandando desde tiempo atrás un cambio en el contenido de las políticas y las formas de gobierno de la Diputación. El pasado mayo recibimos el mandato claro de abrir un nuevo tiempo frente a un ciclo ya agotado, caracterizado por un salto cualitativo del  oscurantismo hacia la transparencia. De la imposición, a la colaboración. Del desgobierno, al liderazgo. Del estancamiento, al progreso. De la improvisación, a la planificación. Del enfrentamiento, al acuerdo. Y de la cerrazón ideologizada, al respeto a la pluralidad. Gipuzkoa venía exigiendo, en definitiva, una apuesta por una gobernanza más eficaz, eficiente, abierta, cercana, responsable e innovadora.

El Plan Estratégico de Gestión 2015-2019 aprobado esta semana, constituye, precisamente, el punto de partida del nuevo Gobierno Foral para responder a dichas demandas. Una estructura que delimita claramente nuestros principales objetivos y los medios que utilizaremos para alcanzarlos y supervisar su cumplimiento, especificando los proyectos estratégicos que queremos presentar como prioritarios ante la ciudadanía de Gipuzkoa y por los que queremos ser evaluados al final de la presente legislatura. Dentro de los 100 primeros días desde que se formara el gobierno, hemos conseguido aprobar una herramienta para la planificación, seguimiento y control real de nuestras políticas.

No obstante, el Plan es mucho más que un instrumento de gestión operativa. Incorpora una reflexión estratégica a largo plazo del Territorio, y los principios sobre los que queremos desarrollarla. Se trata de una propuesta ambiciosa que aspira a abrir una nueva etapa en la competitividad, el bienestar social y el desarrollo sostenible de Gipuzkoa, que la consolide junto a los países más avanzados del mundo en términos de riqueza y cohesión. Una Gipuzkoa que tenga como prioridad salir de la crisis, que tenga en cuenta tanto la actividad económica como la disminución de las desigualdades sociales, que apueste por la cultura, la igualdad lingüística y de género, y que profundice en la convivencia democrática.

Son ya demasiados años atrapados en un bucle, en debates eternos, en guerras de titulares y fragmentación partidista que no hacen más que retrasar la búsqueda de soluciones factibles a temas críticos para el futuro del Gipuzkoa provocando hartazgo y desapego. La ciudadanía exige una  Diputación resolutiva, capaz de capaz de identificar las prioridades a abordar y planificar y poner en marcha soluciones efectivas. Estos próximos cuatro años deben servir para recuperar la senda del diálogo en torno a los ejes de desarrollo futuro del Territorio, promoviendo que se ejecuten los proyectos estratégicos: plan para la reactivación económica, fortalecimiento de los servicios sociales, Pasaialdea, carreteras y transporte público, gestión integral de los residuos… todos ellos recogidos en el documento.

Tan importante como el qué, sin embargo es el cómo.  Por ello, el Plan Estratégico propone una forma de trabajar basada en la colaboración permanente con la ciudadanía, los agentes del Territorio y el resto de instituciones y partidos políticos. Esta estrategia parte de la asunción de que tenemos una capacidad limitada de influir sobre nuestro entorno para alcanzar los objetivos que nos fijamos. La Diputación no puede solucionar por si sola los problemas de Gipuzkoa. Está obligada a adoptar una nueva forma de tomar decisiones, a través de redes multinivel de actores gubernamentales y no gubernamentales, entendiendo el liderazgo no como poder y mando sino como capacidad compartida para servir a la plural comunidad guipuzcoana.

Queremos desarrollar una relación con la ciudadanía basada en la confianza y la cercanía, y para ello hemos dicho desde un principio qué es lo que queremos hacer, y cómo, con total claridad. Lo hemos hecho, además, con un esfuerzo de concreción y detalle importante, especificando hasta 175 acciones. El Plan va mucho más allá de una simple declaración de intenciones. Contiene compromisos concretos, e indicadoresGipuzkoa medibles que permitirán que la ciudadanía pueda medir su grado de cumplimiento. Se trata por tanto de un ejercicio valiente de sinceridad. Pocas veces un gobierno ha presentado su hoja de ruta en un plazo tan corto y sin ocultar nada.

Llevar adelante un proyecto tan ambicioso pasa por ir de la mano de los guipuzcoanos y guipuzcoanas. Si queremos hacer una política a la medida de las personas debemos conseguir el apoyo, las ideas, la energía de todas las personas. La sociedad civil y los principales agentes deben desempeñar un papel importante en el diseño, desarrollo y ejecución de las políticas públicas. Por ello, el Plan Estratégico nace como un elemento vivo y abierto, y que se contrastará periódicamente con la ciudadanía, con los agentes y con las Juntas Generales a través de distintos mecanismos de rendición de cuentas.  La propia elaboración del Plan se ha basado en un proceso de trabajo participativo y transversal, y mi compromiso personal es seguir escuchando a todos y todas para su desarrollo, como hasta ahora.